Desde pequeño ya recuerdo jugar con la plastilina, con la que me hacía mis juguetes y todo lo necesario para crear mis mundos particulares. Fui un mal estudiante hasta que entré en la Escuela de Artes Aplicadas, donde aprendí todo aquello que realmente necesitaba saber.
A lo largo de estos años he trabajado en un montón de cosas variopintas, lo que me ha dado una destreza manual inusual, una fina disposición a ver más allá y una capacidad de mixturar materiales sin miedo.
Hoy, sigo jugando con aquella plastilina con la que me hacía, y sigo haciendo, mis juguetes. Solo que ahora, los comparto con otros "niños" y me gano la vida con dignidad y la misma ilusión de entonces. "
Sobre la obra:
La grandeza de lo pequeño.
Siempre me ha llamado la atención la capacidad para condensar todas las calidades humanas en pequeñas esculturas de hombres corrientes, con sus defectos y virtudes. Personajes aislados a pesar de las multitudes, que conectan con el mundo a través de su inacción, en escenas con cierta ironía y retranca. Esculturas de gente que aparentemente no hace nada, solo mira y piensa, que no es poco.