Las acuarelas de Larissa Stenlander (Suecia,1960) son obras encantadoras y singulares que reflejan emociones humanas cotidianas. La soledad y el anhelo de amor, la vulnerabilidad social y la alegría de pertenecer, la independencia y los discretos gritos de auxilio: las situaciones y estados en los que se encuentran los personajes de Stenlander generan un reconocimiento instantáneo y una resonancia emocional en el espectador.
El mundo estilizado del arte de Stenlander es esencialmente femenino y gira en torno al alter ego de la artista: una mujer de mediana edad, simpática y algo rechoncha, que reflexiona sobre sí misma y sobre la vida en general. A veces está sola, otras veces interactúa con sus amigas, o más bien, con sus propios reflejos. Las escenas suelen tener un tono humorístico, aunque sobre la mayoría de las obras de Stenlander se cierne un aura de melancolía. Esta melancolía parece enraizarse en la triste premisa de que la vida es una lucha constante con uno mismo y con el mundo.
El contenido emocional de los dibujos de Stenlander se ve potenciado por una imaginería pura, finamente esculpida y minimalista.
Stenlander utiliza el simbolismo de la misma manera que los maestros holandeses del siglo XVII lo hacían en sus Vanitas. Cada detalle tiene un significado específico; libros, botellas, escaleras... todos los elementos presentes en las obras son necesarios y están colocados con un propósito.
Humorísticas y melancólicas a la vez, las escenografías desnudas de Stenlander revelan una visión independiente y el desarrollo personal de la artista dentro de un género pictórico tradicional.
Natalia Goldin Lundh